Llegó el día de publicación del Reto de la Tía Alia. Me hace mucha ilusión empezar a participar en este reto que circula hace tiempo por la blogosfera; me encanta ver las interpretaciones de las recetas de la tía de Carmen, que a veces son todo un desafío, pues no siempre es fácil desentrañar sus indicaciones. Creo que es un reto divertidísimo y entrañable así que me uno desde este mes , y espero que por mucho tiempo. En esta ocasión me he decidido por la receta dulce: Pastas de almendra. Es una de esas recetas sencillas y clásicas que basan su éxito en ingredientes infalibles: almendras, yema de huevo, azúcar; ¡imposibe que no esté bueno!
Al enfrentarme a la receta y calcular las cantidades, me pegué el primer susto. Sospecho que Tía Alía se ponía a hacer estas pastas con la intención de alimentar a un regimiento, o para que duraran una buena temporada. Dos libras de almendras son ¡900 gramos! más 900 gr. de azúcar, ¿cuántas yemas serían necesarias para ablandar esa mezcla? La cantidad amenazaba con ser mareante, así que decidí actuar con prudencia y, dado que se trata de una receta que usa proporciones, utilicé 160 gr. de almendra y 160 de azúcar, que necesitaron 4 yemas de huevo para conseguir una mezcla que pudiera entrar en la manga pastelera. Me salieron unas 16 pastas de buen tamaño. De mi cosecha, añadí unas gotitas de esencia de limón, que siempre me parece que combina estupendamente con la almendra.
Ingredientes: (para unas 16 pastas)
160 gr. de almendras peladas
160 gr. de azúcar
4 yemas de huevo
3 gotas de esencia de limón
Triturar las almendras y el azúcar. Yo utilicé la Thermomix, y por más que molí a máxima potencia, no conseguí la consistencia de pasta que menciona la receta. En cualquier caso, fui incorporando yema a yema (y la esencia de limón) hasta que me pareció que ya se podía meter en una manga (4 yemas en total). Precalentar el horno a 180 y hacer montoncitos con la manga pastelera sobre una bandeja forrada con papel. Hornear hasta que estén doraditas (unos 10 min.)
El resultado son unas pastas crujientes y muy sabrosas, perfectas para acompañar un café o un té en estas tardes que empiezan a refrescar.
¡Encantada con mi primera experiencia de la mano de Tía Alía!